jueves, 31 de enero de 2008

Diferentes caminos para lograr un mismo objetivo


Cuelgo este artículo de ABC porque explica bien el estado de la cuestión bioética en el ámbito de la investigación con células madre. De todos modos sólo precisaría dos cosas: 1) No me parece correcto hablar continuamente de lo que admite la Iglesia o de lo que no admite. El magisterio es una ayuda para el científico y no una barrera. El científico sabe que la fe y la razón no se oponen, por eso agradece la ayuda que le presta la revelación. El diálogo entre científicos y éticos no es religioso sino científico (la ética también es una ciencia) y aquí nada tiene que ver la Iglesia. 2) Es cierto que se pueden extraer células del embrión sin que eso suponga su utilización contraria a la dignidad de la persona, pero hay que tener en cuenta que a la hora de realizar tal extracción no exista un alto riesgo de provocar la muerte: si a un organismo minúsculo, compuesto de pocas células, le quitas una de ellas...


Aunque diga el refrán que el fin justifica los medios, son innumerables los científicos que discrepan de esta afirmación. La medicina regenerativa se basa en la reparación de órganos mediante el uso de terapia celular, pero la obtención de estas células puede seguir muchos caminos, unos aceptados por la Iglesia y otros no. Hoy en día nadie pone reparos a la investigación con células adultas, aunque sí a la investigación con células embrionarias.
Además, en los últimos meses han aparecido nuevas técnicas como la reprogramación, que consiste en conseguir células troncales similares a las embrionarias a partir de una célula adulta, lo que abrió muchas expectativas, ya que cumple con todos los requisitos científicos pero también éticos. Por último, otra vía es la obtención de líneas celulares a partir de células madre embrionarias sin destruir el embrión.
Precisamente esta línea de trabajo, que desarrolla el valenciano Carlos Simón, fue también autorizada por el Ministerio a la vez que el proyecto de clonación. Se trata de extraer una célula cuando el embrión tiene sólo dos días de vida, igual que se hace para el diagnostico de enfermedades. Esa célula se utiliza para la investigación, mientras que el embrión se implanta en la madre y sigue su desarrollo.

El estado de la cuestión, según un experto bioético


Se publica en La verdad de Murcia este artículo de opinión. Juan Masiá es un experto en bioética. Desea -como todos, por otra parte- que la ciencia y la ética vayan de la mano y, por eso, aplaude lo que para él es la vía media emprendida por el episcopado japonés. Critica los extremismos que estarían representados por los investigadores que buscan sólo el lucro sin tener en cuenta ningún obstáculo moral así como por la posición ultraconservadora de Bush, del Vaticano y de la Conferencia espiscopal española. Aprueba, en definitiva la investigación en células madre embrionarias. Pues bien, con todo el respeto, me parece que no es honesto poner en el mismo saco a Bush y a Benedicto XVI haciendo que las críticas al primero se vean dirigidas también al segundo. Puede ser cierto que las reservas del presidente americano hacia la investigación celular estén motivadas por intereses ideológicos e incluso pseudoreligiosos, puesto que no tiene esas mismas reservas para llevar a término una defensa de la vida en otros sectores de la cultura y de la legislación.

En cambio, quienes defienden la dignidad del embrión no están llevados ni por intereses lucrativos (nada ganan con esa afirmación) ni por prejuicios ideológicos (no defienden al embrión para atacar a Zapatero). Si la investigación con células embrionarias puede realizarse sin la utilización de embriones, bienvenida sea esa investigación. Pero estamos ante una condición sine qua non. Es de esperar que los expertos en bioética pongan claridad (no hay un concepto más claro que la dignidad de la persona: el sujeto que no puede ser nunca tratado como objeto) en vez de enturbiar más las aguas. Porque en río revuelto ganancia de pescadores. Y en este caso los pescadores son quienes se lucran con la vida de los más indefensos e inocentes.

El nerviosismo prendió en los laboratorios de la Universidad de Kyoto el pasado 20 de noviembre. «Se avecina un Nobel», decían rumores. El equipo del Dr. Shinya Yamanaka reprograma células humanas adultas de la piel, para obtener «células madre pluripotentes», capaces de desarrollar diversos tejidos.

Las células madre son unas células primitivas capaces de convertirse en hasta 220 tipos diferentes de células del cuerpo humano. La perspectiva de aplicaciones, en medicina regenerativa o en trasplantes, son aliciente de estas investigaciones. La promesa de la medicina regenerativa no es la de una terapia de modelo prefabricado, sino a medida, Intereses competitivos y terapéuticos desbordan el correo en el Instituto de Medicina fronteriza.

Dos muestras al azar, entre más de doscientos e-mail, dicen: «¿Cuánto tardará la comercialización? ¿Se curará mi madre?»

Hay ya de antemano escándalo ético entre quienes se oponen al uso y destrucción de preembriones no implantados. Al día siguiente de la noticia se hacían eco de ella Wall Street Journal y el Osservatore Romano. Bush y el Vaticano coinciden en alabar el proyecto de trabajar con células adultas. Como diría Unamuno: ¿Contra quién va esa alabanza?». Presume Bush de coincidir con el Vaticano al rechazar la investigación con células embrionarias para proteger el comienzo de la vida. Pero ¿tiene credibilidad en la defensa de la vida el responsable de la destrucción de tantas vidas inocentes en Afganistán e Irak?

El uso electoral de la ideología político-religioso es un tema delicado también en España. Habrá que estar sobre aviso en tiermpo de elecciones...

Según los pioneros japoneses, obtuvieron células madre a partir de células de piel, evitando la originación de tumores. Quienes hasta ayer se oponían a estas investigaciones se alegran por eludir el uso de células embrionarias. Pero, como dice el mismo Dr. Yamanaka (aconsejo ver cuál es la verdadera opinión de este científico, clicando aquí), se abrió esta nueva posibilidad justamente gracias al estudio de células embrionarias: «Nos queda mucho por aprender. Estudiando las células madre embrionarias, empezamos a descubrir algunos genes necesarios para que células adultas corrientes actúen como si fueran células madre embrionarias». Sin caer en los extremismos de condenar a ultranza o de vender la piel del oso antes de cazarlo, hay que avanzar con prudencia en investigación y en ética. El rechazo de la investigación con células embrionarias y el excesivo entusiasmo por el éxito incierto con células adultas son sospechosos cuando provienen de motivaciones interesadas, latentes en algunas ideologías político-religiosas. En España estas investigaciones suscitan optimismo en el Ministerio de Sanidad y pesimismo en el portavoz de la Conferencia episcopal. Prefiero la vía media de los obispos japoneses que dijeron: «Que ciencia y ética, de la mano, sigan estudiando y avanzando».Juan Masiá Clavel es jesuita y experto mundial en Bioética.

lunes, 28 de enero de 2008

Los ciudadanos de Nueva Jersey se oponen a financiar la investigación con células embrionarias

A diferencia de lo que ocurrió en California –donde los electores aprobaron destinar 3.000 millones de dólares a la investigación con células madre embrionarias (ver Aceprensa 164/04)–, en Nueva Jersey una iniciativa similar de los demócratas ha encontrado inesperadamente la negativa del electorado. En el referéndum del 6 de noviembre, una mayoría del 53% votó en contra de dedicar 450 millones de dólares a un nuevo centro para este tipo de investigación. El "no" resulta particularmente embarazoso para el gobernador, Jon S. Corzine, que había apoyado decididamente la propuesta y había donado 150.000 dólares de su propio bolsillo. Además, el estado ya ha invertido 270 millones de dólares en levantar los edificios, que se quedarán vacíos por falta de presupuesto para mantenerlos y pagar a los investigadores. Corzine se propone pedir a la industria farmacéutica que ponga el dinero.
Para algunos, la negativa del electorado no se debe a razones éticas, sino al descontento con la política presupuestaria, ya que la deuda del estado ronda los 30.000 millones de dólares. Sin embargo, el mismo día fue aprobado otro fuerte gasto sometido a referéndum: 200 millones de dólares para un programa de protección del medio ambiente. Para otros, ha influido mucho la campaña de grupos pro-vida, basada en un lema sencillo pero convincente: " La investigación [con células madre embrionarias] no ha obtenido ninguna cura. Ni una sola. La otra cuestión es por qué el dinero de tus impuestos se va dedicar a algo en lo que no quieren invertir ni Wall Street ni los laboratorios farmacéuticos. Piénsalo".

Fuente: Aceprensa

Fecha: 21 Noviembre 2007

viernes, 25 de enero de 2008

¿Alguien me puede explicar en qué consiste la clonación terapéutica?


Acabo de leer esta noticia, en las alertas de la columna de la derecha. Dejando a parte los problemas políticos de la noticia, que aquí no nos interesan, me gustaría que alguno de los "científicos" del grupo me explique por qué razón hay quien entiende que la clonación está siempre mal o si, como parece indicar la noticia, sería posible que existieran excepciones a la regla general. Los comentarios serán bien apreciados. A continuación transcribo la noticia obtenida en Publico.es


La clonación terapéutica puede abrir una nueva brecha en el PP, que rechazó en el Congreso una ley de la que ahora se aprovechan dos de sus líderes, Francisco Camps y Esperanza Aguirre. El 14 de junio de 2007, el Pleno del Congreso votaba las enmiendas del Senado, el último trámite para la aprobación de la Ley de Investigación Biomédica. El Partido Popular, cuyo portavoz es Eduardo Zaplana, fue el único que votó en contra de la ley, entre otras razones, porque autoriza la técnica de la transferencia nuclear, más conocida como clonación terapéutica.
Cuando sólo han pasado siete meses, una comunidad autónoma ha obtenido el plácet del Gobierno para desarrollar el primer proyecto de investigación que utiliza la clonación terapéutica para obtener células madre. Ha sido, precisamente, la Comunidad Valenciana, gobernada por Francisco Camps, el mayor rival de Zaplana dentro del PP. Al mismo tiempo, otra comunidad popular, Madrid, a cuya cabeza está la lideresa Esperanza Aguirre, ha recibido vía libre para la realización de otro trabajo destinado a profundizar en el conocimiento que la terapia celular puede aportar al tratamiento de las enfermedades neurodegenerativas. Este proyecto, en todo caso, no implica la generación de células madre embrionarias, sino el uso de líneas celulares ya existentes.
No obstante, desde las filas del PP consideran que no existe contradicción alguna entre ambos hechos. El portavoz de esta formación en la Comisión de Sanidad del Congreso, Mario Mingo, aseguró ayer que lo que ha aprobado Valencia "no es un proyecto de clonación terapéutica", puesto que esta posibilidad "hoy no es posible en el ser humano, ya que no se ha logrado obtener células madre embrionarias mediante transferencia nuclear". Tras recordar que fue el Ejecutivo del PP el que autorizó, en 2003, la investigación con células madre embrionarias, Mingo dijo que el proyecto valenciano tan sólo persigue "estudiar la posibilidad de obtener" células madre embrionarias, y que decir que la transferencia nuclear es posible en el ser humano "es engañar".
Por su parte, el consejero valenciano de Salud, Manuel Cervera, escenificó ayer su apoyo al primer proyecto español que empleará la técnica de la clonación terapéutica compareciendo en rueda de prensa junto a su responsable, el investigador Miodrag Stojkovic. Pero el máximo responsable sanitario valenciano no quiso meterse en polémicas y soslayó la aparente contradicción entre la decisión de su Consejería y la oposición del PP a la clonación terapéutica. Así, se limitó a remarcar su apuesta "por la investigación".
Para Cervera, que ésta se encamine a la clonación terapéutica es lo de menos, ya que lo importante es que la Comunidad Valenciana "avance en investigación sin hacer ruido".

jueves, 24 de enero de 2008

Descubren cómo crear células madre embrionarias sin destruir el embrión
Esta noticia puede ser muy importante ya que acaba con parte del problema ético que esiste por la utilizacion de este método. El hecho de que los embriones no sufran ningún tipo de daño abre más los campos de la investigación,pero no nos podemos olvidar de que aunque sea una realidad que el embrion esta a salvo mediante esta biopsía,debemos apreciar hasta que punto se puede utilizar una vida para el avance de la ciencia

En un avance que podría poner fin al debate ético sobre el uso de embriones humanos en la investigación médica, científicos han desarrollado una manera de crear células madre embrionarias humanas sin dañar el embrión.
Lo hicieron extrayendo una sola célula del embrión -según el procedimiento utilizado en las clínicas de fertilización in vitro para efectuar pruebas de detección de defectos genéticos- e introduciendo una molécula común, denominada laminina, para preservar la pluripotencia que caracteriza a las células madre embrionarias.
El desarrollo del embrión no se vio afectado por la biopsia, según el estudio publicado este jueves por Cell Stem Cell.
La nueva técnica promete así acelerar las posibles aplicaciones clínicas de terapias con células madre para una amplia gama de enfermedades.
Las células madre tienen la capacidad de convertirse en cualquier tejido del organismo y ofrecen por eso la esperanza de cura para numerosas enfermedades actualmente incurables, así como la posibilidad de reparar órganos destruidos por un cáncer o un accidente.
Sin embargo, la investigación con estas células es muy controvertida porque con las técnicas actuales los embriones viables son destruidos en el proceso de extracción de las células madre.
Dos grupos de científicos superaron recientemente este problema al lograr convertir células de piel humanas en células madre.
Las células de la piel se convertirán probablemente en la fuente más común de células madre, indicó el investigador australiano Alan Trounson, que encabeza el mayor proyecto mundial de investigación con células madre en el Instituto de Medicina Regenerativa de California (oeste).
Pero las células de la piel todavía no están listas para un uso clínico porque el proceso de transformación introduce alteraciones genéticas y virus potencialmente mortíferos.
Lo que significa que las células madre embrionarias, que no cargan con el mismo riesgo de mutación, son actualmente la única opción para aplicaciones terapéuticas, indicó Trounson.
"También habrá mucha gente interesada en las células madre embrionarias porque son la calidad de oro", dijo a la AFP, explicando que las células madre derivadas de la piel todavía no han sido investigadas por completo.
El pionero en células madre Robert Lanza confía en que la nueva técnica que ayudó a desarrollar para preservar el embrión, impulsará a las autoridades estadounidenses a liberar fondos para investigar nuevas líneas de células madre embrionarias.
El presidente estadounidense George W. Bush prohibió en 2001, en nombre de la protección de la vida desde la concepción, la utilización de fondos federales para realizar investigaciones con nuevas series de células madre embrionarias humanas.
En otros países se prohibió la investigación con células madre por preocupaciones éticas.
"En los próximos meses podríamos hacer tantas células de estas como queramos", dijo Lanza, científico de Advanced Cell Technology.
Lanza también advirtió sobre confiar en las células madre derivadas de la piel. "Estas son utilizables. No están genéticamente modificadas. Están aquí", destacó.
Sin embargo uno de los principales opositores a la investigación con células madre estimó que el método de Lanza -aunque "moralmente plausible"- "todavía no brinda una solución ética".

miércoles, 23 de enero de 2008

Problemas bioéticos


Problemas bioéticos de las celulas madre.


Algunos problemas bioéticos atraen de manera especial la atención de la opinión pública en todo el mundo. Por lo general, son los que tienen más directamente que ver con el respeto a la vida y a la dignidad de los seres humanos como, por ejemplo, el aborto, la eutanasia, la reproducción asistida, la experimentación con humanos, etc. El uso científico y terapéutico de las células madre se ha incorporado recientemente a esa nómina de cuestiones bioéticas apasionadamente debatidas por la opinión pública mundial. La razón estriba en que nos encontramos ante unas células con un enorme potencial terapéutico pero cuya obtención resulta, en algunos casos, éticamente controvertida, al exigir la destrucción de embriones humanos. En estas páginas me ocuparé de la ciencia, la política y la ética de las células madre.

Política de las células madre: ¿Hacia dónde vamos?

La política científica de las células madre está muy condicionada por sus patrocinadores, que son inversores privados más que públicos. En los amplios márgenes de tolerancia que ofrecen las leyes americana, británica y australiana, las empresas biotecnológicas están haciendo inversiones astronómicas con la confianza de amortizarlas y rentabilizarlas en el futuro mediante los royalties que logren ingresar por las patentes que consigan. Estos patrocinadores, junto con los investigadores, los medios de comunicación, los comités de bioética y los gobiernos, constituyen la compleja trama de la carrera científica, cuyo conocimiento es imprescindible para componerse una imagen más o menos fiel del escenario en el que se desarrolla la investigación con células madre.

Si repasamos cada uno de los actores mencionados, observamos que todos ellos se encuentran dominados por fuerzas que les impulsan a desarrollar o apoyar ese tipo de investigaciones, más allá de cualquier consideración ética. Ya me he referido a las empresas. Ellas están presionando sobre los Estados y la opinión pública para que las trabas legales a este tipo de investigaciones desaparezcan y para que puedan patentar las técnicas relativas a la obtención, tratamiento y empleo de las células madre.

Los científicos, por su parte, tienen también grandes motivaciones para apoyar este tipo de trabajos. El primero es la natural atracción que ejerce sobre un investigador la posibilidad de conocer y dominar mejor la vida humana. A ello hay que añadir la notoriedad social que genera un descubirmiento en estos campos científicos con inmediata y enorme repercursión clínica. Además, los incentivos económicos que los científicos reciben de las empresas llevan a cuestionar la independencia e imparcialidad del científico a la hora de seleccionar las líneas de investigación que va a desarrollar.

Los medios de comunicación están muy condicionados por los científicos y las empresas biotecnológicas. En estos campos, más que en cualquier otro, los informadores están enteramente en manos de quienes proporcionan los materiales informativos, sin que puedan tomar la suficiente distancia para evaluar la licitud, calidad e interés de los medios y los resultados de las investigaciones. En estos momentos, además, los medios de comunicación vuelven a caer en la ingenua creencia de que el mundo científico es completamente neutral y que sólo en el campo de las aplicaciones tecnológicas es donde se deben hacer juicios de valor. Por lo demás, su dependencia del público para su mantenimiento también condiciona su línea informativa. Los medios saben que “vende” informar acerca de espectaculares avances en el campo biomédico, aunque luego éstos no lo sean tanto; o contar los casos dramáticos de personas que podrían haberse curado si se suprimieran algunas trabas legales.

Los comités de bioética también tienen un protagonismo en la configuración de las políticas científicas. Muchos de estos comités están influidos por el utilitarismo que, por ser la corriente hegemónica en los Estados Unidos, extiende su influencia a muchos otros. No se puede decir que la diversidad de paradigmas bioéticos cuente con igual representación en el mundo. Por otro lado, algunos de estos comités han sido creados por empresas o fundaciones privadas, que condiciona mucho su imparcialidad. El caso más llamativo es el del comité bioético creado por Geron, cuando ya había desarrollado las investigaciones que condujeron a Thomson y Gearhart a lograr los cultivos de células madre embrionarias en el laboratorio. Parece difícil de suponer que el informe que este comité de bioética publicó con relación a estas investigaciones fuera a criticarlas. En efecto, se limita a dar una cobertura justificatoria a lo que ya se había hecho.

La sociedad civil ejerce un papel de primera magnitud en la política sobre cuestiones biomédicas. Aquí las posiciones se polarizan entorno a dos centros. El movimiento favorable a la experimentación con embriones para obtener cuanto antes las células madre y disponerlas para su uso clínico cuenta con el respaldo de algunas asociaciones de enfermos, mientras que la posición favorable al respeto incondicionado al embrión se apoya en los movimientos provida, entre cuyas filas militan también personas que sufren graves enfermedades. Mientras los primeros son partidarios de servirse de los embriones para llegar cuanto antes a la terapia de regeneración celular, los segundos entienden que el recurso a los embriones no sólo es inmoral, sino innecesario porque la vía de las células madre de adultos ya ha acreditado su gran potencialidad, como se indicaba en el primer epígrafe. En un caso, se entiende que el “profundo respeto debido al embrión” no es incompatible con su destrucción en algunos casos, por entenderse que todavía no nos encontramos ante un ser humano. En el otro, se estima que el embrión humano no puede tratarse como si fuera simplemente un objeto. Ese respeto muchos lo fundan en que el embrión es ya persona desde su concepción y, por tanto, titular de los derechos humanos y, entre ellos, el derecho a la vida. Dentro de esta misma posición, otros, en cambio, sin llegar a esa identificación entre embrión y persona, mantienen la necesidad de ser completamente respetuosos con el embrión por constituir el inicio de una vida humana.

A la vista de este escenario sociopolítico, no es difícil concluir que existe una enorme presión sobre las instancias legales para que se autorice la investigación con los embriones sobrantes de las técnicas de fecundación asistida, e incluso su creación -por fecundación o clonación- para su uso en la investigación. Los beneficios económicos de las empresas, el lucro y la notoriedad de los investigadores y los intereses los terapéuticos de los enfermos pesan mucho en uno de los platillos de la balanza, mientras que en el otro únicamente se encuentran los intereses de los embriones, incapaces de defenderse por sí mismos, y la tradición jurídica hasta el momento, que siempre se ha opuesto a la instrumentalización de los embriones. En el último epígrafe me planteo si esa tradición jurídica de protección al embrión era una cuestión puramente cultural que, al demostrarse que los embriones pueden ser muy útiles para curar a otros, pierde su vigencia; o es una cuestión de derechos humanos, que no puede ser alterada por ninguna mayoría.

Bioética de las células madre: ¿hacia dónde debemos ir?

Las fuentes de las células madre son tres y cada una de ellas conduce a un campo de la bioética. Las células madre procedentes de adultos remiten a los ensayos clínicos con seres humanos. El acuerdo acerca de las condiciones en las que se puede disponer del tejido humano de adultos es bastante amplio. Las células madre fetales nos sitúan ante el problema del uso de los fetos abortados deliberadamente. Aquí todos coinciden en que se tomen medidas para evitar que los abortos se realicen con el fin de proveer de material para la investigación. La controversia se plantea entre quienes no ven problemas en utilizar este material si se garantiza lo anterior y quienes, de todos modos, sí los encuentran. Más allá de los problemas morales que plantea el uso de esos materiales, únicamente planteo ahora la cuestión acerca de quién es la persona competente para consentir en el uso de los mismos. Pienso que la misma persona que autoriza la muerte del feto no puede ser idónea para consentir en el uso de los tejidos fetalespara la investigación, salvo que se considere que el feto es propiedad de la madre. Pero, si no es ella, ¿quién entonces? Esta ausencia de un sujeto legitimado para consentir en el uso de los tejidos fetales constituye ya una razón para dudar de la licitud de esta práctica. Por último, las células madre embrionarias plantean el problema acerca de la licitud de la investigación con embriones. Ya hemos visto que, salvo sonadas excepciones, los ordenamientos jurídicos vigentes la prohíben. Ante la enorme presión para permitir el uso de embriones en la obtención de células madre, planteo dos cuestiones: ¿qué debería hacer un Estado prudente ante la posibilidad de usar los embriones en las actuales circunstancias político científicas? ¿Y qué criterios deberían tenerse en cuenta para llegar a una respuesta correcta, con carácter general, al problema de las células madre?

Con respecto a la primera entiendo que un Estado prudente debería, por ahora, dejar las cosas como están. Tres razones me inclinan a optar por la espera. En primer lugar, las normas básicas que regulan la investigación con células madre en España son muy recientes: el Código penal es de 1995, y el Convenio Europeo de Derechos Humanos y Biomedicina, de 1996, que España ratificó dos años después. El primero prohíbe fecundar un óvulo con un fin distinto del reproductivo. El segundo también prohíbe crear embriones con fines distintos de la reproducción. De entrada, sería chocante pensar que un Código penal que tardó más de quince años en elaborarse y un Convenio sobre Bioética que fue discutido durante seis años por más de 30 países de Europa contengan de pronto normas obsoletas. Antes de proponer su reforma, habría que analizar con sosiego las razones por las que hace tan poco tiempo se decidió legislar en ese sentido y ahora, sin embargo, se presiona para cambiar esas leyes.

La segunda razón para la moratoria es la abundancia de incertidumbres que convendría despejar antes de tomar decisiones. ¿Cada célula totipotente es un embrión? ¿Cuál sería la condición de una célula de adulto totalmente desprogramada y susceptible, en consecuencia, de convertirse en una célula de cualquier tejido u órgano, e incluso en un embrión? ¿El cigoto obtenido mediante transferencia nuclear de célula somática es un embrión y es acreedor a la misma consideración que el embrión fruto de una fecundación? Estas, y muchas otras, son preguntas filosóficas que exigen importantes conocimientos científicos para ser respondidas, y cuyas respuestas condicionan por completo el juicio sobre la investigación con células madre embrionarias.

La última, y más importante, razón para inclinarme por la moratoria es el mismo estado de la ciencia de las células madre. En el último año, las células madre de adultos se han podido cultivar en el laboratorio en grandes números; han acreditado una versatilidad insospechada, transformándose en una gran variedad de tejidos del cuerpo humano; obvian cualquier problema de rechazo en el trasplante; y han empezado a ofrecer resultados terapéuticos positivos. Ante esta fuente de células madre, cuyo uso no plantea problemas éticos y cuya utilidad salta a la vista, me parece que una decisión respetuosa con todos y no perjudicial para nadie consistiría en poner toda la carne en el asador de las células madre de adultos y no en otras células madre éticamente controvertidas y científicamente menos contrastadas hasta el momento.

Esa moratoria permitiría, además, plantearse con tiempo la avalancha de problemas bioéticos que se derivarían de una eventual aceptación futura de la investigación y utilización de las células madre embrionarias. ¿Se debe informar a la madre del embrión utilizado como fuente de células madre sobre los desórdenes genéticos que se hayan detectado tras el análisis de las células? ¿Tienen derecho las madres de esos embriones a participar en el beneficio económico que pueda reportar el uso de las células? ¿Cómo se justifica que las empresas biotecnológicas que “produzcan” las células madre embrionarias reciban un beneficio económico por su trabajo y no, en cambio, quienes aportan la materia prima? ¿Debe informarse a los posibles receptores de las células madre de la fuente de la que se han obtenido? ¿Debe informarse a la madre del embrión del destino concreto al que se dirija el embrión donado o basta con una referencia genérica a usos de investigación? ¿Tiene derecho la madre del embrión a saber quiénes son los receptores de las células madre obtenidas a partir del embrión donado por ella, teniendo en cuenta que se trata de unas células con un código genético vinculado a ella? Sería una temeridad aprobar una investigación que desencadena tantos dilemas bioéticos, sin haberlos discutido y resuelto primero; sobre todo, si tenemos presente lo ya dicho: que existen alternativas científicas satisfactorias.

La segunda pregunta es ¿qué posición cabe adoptar ante la creación y uso de embriones para fines de investigación y, en concreto, para obtener células madre? La respuesta es tratar con respeto al embrión humano, empezando por su vida y el modo en que ha sido creado. Por ello, es ilícito destruir embriones para obtener esas células. La gravedad de esa acción se incrementa si esos embriones son creados exclusivamente para su destrucción en la investigación, y más aún si, además, son creados por transferencia nuclear (clonación).

La clonación de embriones es un gravísimo atentado contra la dignidad humana por dos razones. En primer lugar, porque el destino de esos embriones es su destrucción y utilización en beneficio de otros. En segundo lugar, la clonación de embriones abre las puertas a que nazcan niños creados por clonación. El gobierno británico se ha apresurado a decir que el permiso para clonar embriones irá acompañado de un reforzamiento de la prohibición para clonar seres humanos destinados a nacer. Desde luego, es una ingenuidad pensar que si se llegan a clonar embriones, la tentación de implantarlos en una mujer para que nazcan se podrá resistir.

Para distinguir entre uno y otro uso de la clonación algunos autores han hablado clonación "reproductiva" frente a clonación "no reproductiva" o clonación "terapéutica". Me parece que esta terminología falsea la realidad y, por ello, debe ser rechazada. Tanto en un caso como en otro existe una clonación reproductiva porque en ambos se obtiene —se crea— un embrión humano por clonación. La diferencia estriba en que en un caso el embrión tiene como destino el llegar a ser adulto, y en el otro su destino es el uso para interés de otros seres humanos. Según esto, más que hablar de clonación "reproductiva" y "no reproductiva" habría que hablar de clonación humana "reproductiva" y clonación humana "utilitaria", "instrumental" o "destructiva". Si recurrimos a los términos de clonación reproductiva y terapéutica, transmitimos la idea de que la segunda no es perjudicial porque podría parecer que no instrumentaliza a nadie, y que únicamente tiene un efecto curativo. Clonar embriones humanos para uso y provecho de otros es una clonación humana radicalmente instrumental y no una inocua e inofensiva "clonación no reproductiva" o "terapéutica".

Además de esta objeción, se plantean otras que también conviene tener en cuenta. Una de ellas tiene que ver con el consentimiento prestado por los padres a este destino de los embriones. ¿De qué tipo de consentimiento se trata? No puede decirse que sea el consentimiento de una persona que tiene la patria potestad sobre otra porque, en ese caso, el consentimiento siempre está sometido al interés del sujeto, lo que en absoluto es asícuando aquello en lo que se consiente es en la destrucción del embrión. Habrá que pensar, entonces, que se trata del tipo de consentimiento que da el dueño de una cosa para que se disponga de esa cosa. Pero, entonces, nos encontramos con la reducción del embrión a objeto de libre disposición. Las legislaciones de todo el mundo luchan para que el ser humano no actúe sobre su propio cuerpo como si fuera un objeto de libre disposición, prohibiendo para ello el comercio de órganos. ¿Por qué prohibir la venta de mi riñón y permitir, en cambio, mi disposición sobre mis embriones que, desde luego, son menos míos que el riñón?

La consecuencia de reducir el embrión a cosa trae otro problema. ¿Hay que pagar a quien dona los embriones para investigación? Casi nadie se atreve a sostenerlo. Ahora bien, ¿puede el laboratorio vender las líneas celulares obtenidas de esos embriones? Desde luego, no parece que los laboratorios estén dispuestos a actuar “altruistamente” sino, más bien, a rentabilizar las inversiones realizadas en el desarrollo de esos “productos”. Pero ¿no choca que los laboratorios, y los accionistas que los sostengan, se enriquezcan gracias a unos embriones que, por evitar su comercialización, exigimos a sus progenitores que donen y no vendan?

Conclusión

Las células madre, junto con la manipulación genética, van a constituir dos pilares básicos de la medicina de los próximos años. La tecnología genética impedirá la aparición de muchas enfermedades inscritas en nuestros genes. Las células madre, por su parte, proveerán de tejidos y órganos de repuesto a medida que los nuestros se vayan deteriorando.Todo ello contribuirá a la mejora de la salud y de la vida de las personas y deben ser saludados con satisfacción. Pero ello no nos puede hacer perder de vista los riesgos del desarrollo tecnológico. Los problemas bioéticos que plantea la manipulación genética son objeto de otro estudio. Aquí nos hemos centrado en los suscitados por la investigación con células madre. La principal fuente de problemas deriva del uso de embriones como “materia prima” para obtener esas células. El embrión es un ser completamente desprotegido, incapaz de defender sus intereses por sí mismo y con una apariencia nada semejante a la de un ser humano adulto. Esas tres circunstancias han conducido a muchos a considerar que el embrión no es todavía un ser humano y que, por tanto, puede ser utilizado al servicio suyo. Pero esas circunstancias no quieren decir que todavía no estemos ante un ser humano, sino que la fragilidad es inherente a la condición humana y que esa condición se manifiesta máximamente en los inicios del ser humano. Considerado así el embrión, no puede ser lícito, en ningún caso, su instrumentalización al servicio de otros seres humanos. Si no existiesen fuentes alternativas para obtener las células madre que no plantean problemas éticos, nos encontraríamos ante un dilema cuya respuesta no admitiría dudas pero que resultaría bastante trágico. Pero lo cierto es que la ciencia ha provisto de unas alternativas más que satisfactorias, que permiten desarrollar la investigación con células madre sin sacrificar vidas humanas.

sábado, 19 de enero de 2008

Células madre contra el Parkinson


Los médicos abren esperanzas para tratar secuelas de infartos cerebrales o enfermedades como Parkinson y Alzheimer. Hasta ahora en EE.UU. solo se han obtenido buenos resultados a través de la implantación de células madre en ratas de laboratorio o experimentos con monos. Pero en Perú, desde hace nueve años, ya se practican estos trasplantes. Salomón Jaime, de 63 años, es uno de los pacientes favorecidos con este avance médico. Él se sometió al implante en el Instituto Brazzini, con el fin de recuperar nuevamente sus funciones motrices.

En otros países En EE.UU. y Canadá, y otros de Europa, se realizan estas intervenciones experimentales con buenos resultados. Al igual que en Perú, en Brasil y Argentina ya se efectúan. Brazzini comenta que han realizado 60 intervenciones y todos los pacientes han evolucionado satisfactoriamente. Han recuperado la movilidad, vuelto a caminar, mejoraron su memoria. El Instituto señala que no ha hecho experiencias con animales porque no se trata de un estudio experimental sino innovador.

El doctor Augusto Brazzini explica que obtiene las células madres de la medula ósea del propio paciente para evitar cualquier tipo de rechazo. Se extrae por medio de una punción en las crestas ilíacas (zona de la médula ósea donde se encuentra la mayor concentración de células madre). El proceso tarda 50 minutos. Luego el equipo de hematólogos (especialistas en sangre) purifica la muestra extraída y selecciona las células madre. El paciente espera dos horas y media antes que le introduzcan un catéter por la arteria femoral. Este es conducido por la ingle, hasta la zona dañada. De ahí mediante una aguja y un microcatéter llegan a los vasos del cerebro (vasos traqueocefálicos), para implantar las células madre en el tejido dañado. Se navega dentro del cerebro con ayuda de televisores y ecografías, dice Brazzini. “Las células madres inyectadas se transforman en neuronas o en los tejidos dañados de otro órgano vital, el paciente de esta forma va recuperando las funciones perdidas”, explica la doctora Mariana Brazzini, del Departamento de Investigación de esta clínica. Y añade que el proceso es tan rápido que no necesita período postoperatorio, ya que no hay cortes ni fisuras. El paciente queda internado solo 24 horas en observación y los resultados en algunos casos son inmediatos, a los dos o tres días; en otros casos en la segunda semana. En el sexto mes se ven progresos que prácticamente eliminan el mal o lo mejoran en un 80%.

Conocida como medicina regenerativa, esta terapia se usa para males como el Alzheimer, infarto cerebral (ataque cerebral), Parkinson, esclerosis múltiple, secciones medulares traumáticas...

Foto: Imagen de célula madre de médula ósea humana obtenida por un microscopio electrónico de barrido.

lunes, 14 de enero de 2008

Desarrollan un corazón bioartificial completo capaz de latir y bombear



S. BASCO expone en el periodico ABC una utilidad terapeutica de celulas madre: "La creacion de un corazon artificial"


MADRID. Probada hasta la saciedad la capacidad de las células madre, tanto las embrionarias como las adultas y las pluripotentes -o inducidas-, para generar todo tipo de tejidos, la medicina regenerativa cuenta con un arma de inestimable capacidad para reparar diferentes daños. La regeneración de segmentos de vasos sanguíneos, o de pedazos de tejido muscular, o de «parches» de tejido pulmonar, o de «remiendos» cutáneos es ya una realidad médica... pero el santo grial que representaría la regeneración de todo un órgano completo se hallaba aún en el ámbito de la medicina-ficción.
Las células madre pueden lograrlo como ladrillos biológicos que son, pero necesitan un armazón, una estructura sobre la que multiplicarse y desarrollar el tejido, con las características precisas requeridas en cada punto del órgano en cuestión. Se han sucedido los intentos poco o nada satisfactorios a partir de estructuras confeccionadas con distintos tipos de materiales plásticos y de silicona biodegradables, pero nadie daba con la fórmula ideal, con una plantilla perfecta sobre la que construir el órgano.
Pues bien, investigadores del Centro para la Reparación Cardiovascular de la Universidad de Minnesota, en Estados Unidos, parecen haber encontrado la solución más prometedora. Un equipo multidisciplinar dirigido por la doctora Doris Taylor ha logrado desarrollar con animales de laboratorio una nueva técnica que permite generar por completo un corazón bioartificial, y dan a conocer su investigación en la revista «Nature Medicine».
Estructura extracelular
Han partido del órgano cardíaco de un cadáver de rata al que se le han eliminado todas sus células -el proceso ha sido denominado«descelularización»-, conservando únicamente la estructura extracelular. Posteriormente le han inyectado células cardíacas neonatales de otra rata, que han generado tejido de forma tan rápida y asombrosa que al cabo de cuatro días el corazón ha sido capaz de realizar contracciones; y a los ocho días ese órgano «vacío» se bastaba, por medio de estimulación eléctrica, para bombear sangre al 2 por ciento de la capacidad de un corazón adulto. «Cuando percibimos los primeros latidos nos quedamos boquiabiertos», afirma el doctor Harald C. Ott, coautor de la investigación.
La descelularización, clave de este proceso, consiste en extraer todas las células de un órgano, dejando sólo su estructura o matriz extracelular. Se lleva a cabo mediante tres lavados sucesivos del órgano con sustancias que actúan a la manera de «detergentes biológicos». «Es como si a un edificio se le eliminase absolutamente todo, salvo la estructura básica de pilares y vigas sobre la que se sustenta», explica Doris Taylor.
El experimento fue repetido, también con resultados espectaculares, con un corazón de cerdo. Pese a todo, los investigadores insisten en que «se trata sólo de un primer avance experimental» y señalan que se necesitarán aún años para aplicar esta técnica en seres humanos. Una vez que se compruebe la funcionalidad de este método en vivo, con el transplante de un corazón bioartificial a un animal de laboratorio, «el objetivo será entonces desarrollar vasos sanguíneos u órganos completos que se generen mediante las células del propio paciente», dice Taylor.
Si esta prometedora técnica llega a buen puerto, la combinación de medicina regenerativa y transplantes, cuyas técnicas se han perfeccionado desde hace medio siglo, permitirá superar tres problemas de gran trascendencia: el rechazo, la escasez de órganos y el corto tiempo de supervivencia de éstos.

viernes, 4 de enero de 2008

Las nuevas técnicas con células madre, la mejor innovación del año 2007

Las diez principales innovaciones de Wired News (http://www.milenio.com/mexico/milenio/nota.asp?id=581590)

Para Wired News, la transformación de células epidérmicas (foto) en células madre inducidas fue la innovación científica más importante de 2007. Pero el pasado fue un año lleno de progresos. Las diez innovaciones top de Wired News fueron: 1. Células madre a partir de epidérmicas. 2. Chimpancés cazan usando lanzas. 3. Exhuman y escanean momia de dinosaurio. 4. Enzimas convierten sangre de cualquier tipo en tipo O. 5. Curan síndrome de Rhett en ratones de laboratorio. 6. Estudian tejido blando en pierna de T. Rex. 7. Crean material transparente fuerte como el acero. 8. Hallan planeta que podría alojar vida. 9. Clonan mono para producir células madre. 10. Los transistores se vuelven aún más diminutos.