lunes, 10 de diciembre de 2007

La opinión de un reconocido teólogo español

JOSÉ-ROMÁN FLECHA ANDRÉS (Publicado en El Diario de León, en el día de hoy)

EN los días pasados la prensa se hacía eco de unas noticias científicas importantes. Dos equipos de científicos han obtenidos células pluripotenciales humanas, similares a las embrionarias, a partir de la piel. Los protagonistas son el Dr. Shinya Yamanaka y sus colaboradores de la Universidad de Kioto (Japón) y el Dr. James Thomson, de la Universidad de Wisconsin (Madisos, Estados Unidos).

Como se sabe, desde hace una década se viene trabajando para obtener células madre o células troncales que puedan producir tejidos humanos con el fin de tratar enfermedades cardiológicas o neurológicas hoy todavía incurables.

Durante este tiempo, son muchos los que han logrado espléndidos resultados a partir de células adultas. Pero otros muchos seguían insistiendo en la necesidad de obtener esas células a partir de los embriones «sobrantes» producidos mediante las técnicas de la fecundación in vitro. Como reconocía en España el famoso informe de la comisión presidida por el Dr. César Nombela, esta segunda línea de investigación presentaba graves reparos desde el punto de vista ético. En una breve nota publicada en ABC el día 21 de noviembre el mismo Dr. Nombela asegura que los logros científicos recientes están aún muy distantes de la clínica humana. Además subraya que «más de 1.600 ensayos clínicos en el mundo con células madre adultas suponen una enorme ventaja a favor de éstas».

Por otra parte, Ian Wilmut, el productor de la oveja Dolly, ha manifestado al «Daily Telegraf» que la clonación humana «terapéutica» producida por transferencia nuclear carece ya de sentido ante la nueva posibilidad de reprogramar células adultas al estado de pluripotencia.

El día 23 de noviembre el diario «Avvenire» recogía declaraciones de Mario Mauro, vicepresidente del Parlamento Europeo, según el cual la Unión Europea debe paralizar las ayudas a la investigación sobre líneas embrionales. Afirma el ilustre político que hay que convencer al gobierno Europeo de que a nivel científico ha apostado por el caballo equivocado al aprobar esas ayudas. Ya en el año 2000 la Pontificia Academia para la Vida publicaba una «Declaración sobre la producción y sobre el uso científico y terapéutico de las células estaminales embrionales humanas». En ella se decía que «la ablación de la masa celular interna del blastocisto que altera grave e irreparablemente al embrión humano, deteniendo su desarrollo, es un acto gravemente inmoral y, por tanto, gravemente ilícito».

Evidentemente, no se trata ahora de presumir de haber tenido razón. Hay que apoyar a los científicos y darles una carta de confianza. Pero también hay que pedir a los políticos y a los grupos empresariales que consideren la necesidad de respetar la vida humana, también en su fase embrional. El ser humano, por «pequeño» que sea, no puede ser sacrificado para obtener otros beneficios.

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